Ella camina entre la multitud

Crónica de la manifestación por la vida 22-N

Habíamos escuchado en el autobús las palabras de nuestro Obispo, animándonos a defender a los no nacidos y bendiciendo a los que íbamos a Madrid a dar un testimonio a favor de la vida. Luego, en la Misa de la mañana, ya en Madrid, escuchamos la Palabra de Dios: “Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis dedos para la pelea, mis manos, para el combate”… unos dedos adiestrados a pasar cuentas de Rosario como arma contra el enemigo; unas manos que acogen, que ayudan y que se alzan  para pedir justicia en medio de un pueblo que olvida su significado.
 
Ella camina entre la multitud (pinchar aquí)
Aquella Misa nos recordó a aquellos obreros polacos que celebraban la Eucaristía con el padre Jerzy Popieluszko y luego salían enfervorizados a la calle a pedir libertad. En este caso, sin embargo, el piadoso sacerdote que vio inundada su Misa sabatina, no parecía tener noticia del evento que iba a tener lugar junto a su parroquia.
 
Hicimos tiempo paseando y hablamos de la presión internacional a favor del aborto. De cómo grandes poderes políticos y económicos lo promueven a través de las fundaciones Ford, Rockefeller, Gates, y la multinacional del aborto, Planned Parenthood. De cómo, en países subdesarrollados, el aborto sirve para controlar las poblaciones y seguir obteniendo materias primas estratégicas para la industria de países ricos, a precio de saldo. Estos poderes y la masonería, infiltrada en la política, no iban a permitir que España empezara a convertirse en modelo de lucha contra el aborto, amenazando su extensión por Hispanoamérica y su estabilidad en las leyes europeas. Quienes oían estas cosas por primera vez, se daban cuenta de que verdaderamente es una lucha de David contra Goliath, una batalla del bien contra el mal, para la cual no se puede confiar en la fuerza ni en el número.
 
 Había muchísima gente, hasta donde nuestra vista era capaz de alcanzar, metidos en el bullicio. Pero hubo algo que marcó completamente mi vivencia de la manifestación: llevábamos una imagen en tela de la Virgen de Guadalupe, de tamaño natural, que se levanta mediante dos palos laterales. Al portarla, pude comprobar el efecto que causaba en muchísima gente. Unos miraban atrás y se la mostraban a sus acompañantes, muchos sacaban fotos, otros le dirigían gestos de cariño y  oraciones. Algunos se acercaban, preguntaban y nos mostraban su alegría y agradecimiento por llevar ese estandarte. Otros, incluyendo a un sacerdote, tocaron la imagen y se santiguaron -realmente, es una imagen bendecida-. A una mejicana, llamada Guadalupe, se le saltaron las lágrimas al descubrir tras ella a su Virgencita. Varios jóvenes también agradecieron su presencia con emoción. El ambiente acogedor y amistoso, de personas de todas las edades, recordaba al  movimiento social cristiano que en Francia ha salido a la luz con La Manif pour Tous, oponiéndose a la aprobación del matrimonio homosexual y otras leyes contra la familia.
 
La manifestación transcurrió hasta la Plaza de Colón, donde Benigno Blanco realizó una proclama a favor del derecho de todos a la vida, apelando fuertemente a la responsabilidad del Presidente del Gobierno. Antes, una enorme pitada y bronca se había prolongado mientras los manifestantes íbamos pasando frente a la sede nacional del PP, en la próxima calle Génova.
 
Es posible que los políticos, pobres hombres y mujeres, no escuchen este clamor; pero sabemos que la Virgen sí escucha la oración por la vida que nuestro grupito le dirigió al pasar frente a una imagen del Corazón de Jesús que coronaba la arquitectura de un hermoso edificio. Porque si algo nos quedó claro este día, por encima de todo lo demás, es que en esta lucha Ella estuvo presente con nosotros, caminando entre la multitud, para decirnos, por si a otros les da igual: “A mí sí me importa que maten a mis hijos”.

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