10 consejos para cristianos al hablar del aborto

1. Manifiéstate como cristiano, con sencillez, sin complejos ni aires de superioridad. No hace falta ser cristiano para respetar la vida de un niño, pero ayuda mucho. No escondas tu fe, es el Señor quien te envía, y nadie aprecia los disimulos.

2. Habla sencillamente, en positivo, con amor, defendiendo la vida del niño y la integridad de la mujer. Sé testigo de esperanza para quien te escuche.

3. Sé delicado, para que si te escucha alguna persona que ha participado en un aborto, no se sienta herida ni condenada, sino acogida. Necesita amor y ayuda.

4. Algunos -como las Femen- se muestran agresivos en público para que imaginemos desastres que ocurrirían si defendiéramos la vida, para que nos callemos y prevalezca su opinión. No tengas miedo: ¡habla, actúa, escribe! Según tus posibilidades. 

5. Si tienes la posibilidad, fórmate aún mejor sobre el aborto, su realidad social y sus consecuencias para la mujer. Pero no necesitas ser un experto ni un intelectual para dar testimonio de respeto a la vida y la integridad de la mujer, movido por el Espíritu Santo.

6. No temas ser abochornado ni despreciado; no te impongas el peso insoportable de "ganar" discusiones; simplemente da testimonio. Que no te desanime un aparente fracaso; cuando somos débiles, entonces somos fuertes en Cristo. 

7. Que no se indigne tu corazón contra contra los que no te comprendan, contra los que te lleven la contraria, ni siquiera contra los que se muestren indiferentes. Agradece a Dios la oportunidad de hablarles.

8. Si alguien responde agresivamente, no le consideres tu enemigo. Hazte respetar, pero perdónale de antemano y reza por él. Es el momento ideal para mostrarle el amor sin condiciones, que viene de Dios.

9. No caigas en la trampa del politiqueo barato. La vida de un solo niño vale más que todos los partidos políticos.

10. ¡Reza...! En la intimidad y en unión con otros, en tu grupo, parroquia, etc., por la causa de la vida, unido a la Virgen María. Ora, para que el Señor te muestre el tiempo de hablar y el tiempo de callar.