José Mazuelos: «Imponer un derecho al aborto es una aberración promovida por el Nuevo Orden Mundial»

FUENTE : EL DEBATE
 
El obispo presidente de la Subcomisión para la Defensa de la Vida de la CEE, monseñor José Mazuelos, médico de formación, califica de «barbaridad» el intento de incluir el aborto en la Carta Europea de Derechos Fundamentales. «La ciencia confirma que existe una persona humana desde la concepción. Hoy, solo se puede defender el aborto desde una ideología aberrante que pisotea la razón», dice para El Debate.
—Usted es doctor en Medicina, y llegó a ejercer como médico antes de entrar en el Seminario. Desde el punto de vista científico, ¿qué le parece el intento, por segunda vez en dos años, de incluir un presunto «derecho al aborto» en la Carta Europea de Derechos Fundamentales?
—El aborto es una aberración que atenta contra el derecho principal de todo ser humano, que es el derecho a la vida. Por eso mismo, es también un atentado contra la justicia, que es dar a cada uno lo que le corresponde, y lo primero que nos corresponde es el derecho a vivir, el derecho a existir. A mí me parece increíble que hoy, cuando la ciencia nos confirma sin ningún género de dudas que desde el inicio de la concepción aparece una vida humana, sigamos debatiendo sobre si abortar puede ser un derecho. Este discurso del derecho al aborto es una gran mentira, que pretende ser impuesta por un neopositivismo jurídico, centrado solo en los adultos adinerados, que nos dice: vamos a quitarnos todo lo que nos estorba, y si hace falta, vamos a decir cuándo un ser humano no es persona y no tiene dignidad. Insisto: el aborto es una agresión terrible e injusta que no respeta la vida de los más débiles.
 
—¿A qué se debe, entonces, este movimiento dentro del Parlamento Europeo?
—Detrás de estos movimientos está ese intento por imponer un Nuevo Orden Mundial, que tiene una dimensión económica importantísima. Ya es hora de denunciar todo el negocio que hay en el mundo con el aborto, con la fecundación in vitro, con crear niños a la carta, con los vientres de alquiler… Hoy, para «producir niños», se requiere la garantía de que no vayan a ser «defectuosos», así que hay que seleccionarlos genéticamente. Y, como si fuesen objetos, nos dicen que podemos eliminarlos cuando no nos vienen bien. El hecho de que Francia haya aprobado el aborto como un derecho en su Constitución es la mayor aberración que hay.
—¿Hay algún momento en el que un embrión no sea un ser humano, sino simplemente «un conjunto de células»?
—La vida humana es un todo continuo. Aquí todos hemos sido cigotos, embriones y fetos. Porque un embrión o un cigoto no es un ser humano «en potencia»: es un ser humano de hecho, aunque esté en desarrollo. Y lo que hace el aborto provocado es justificar que podamos ir eliminando la dignidad de ciertas vidas humanas según la fase de su desarrollo en el que estén. Esto no es nuevo: durante un tiempo, la aberración de quitarle al ser humano su dignidad se justificó por su raza. Ahora, se justifica por su edad gestacional. Es como si mañana decidieran que los niños de cinco o seis años, como son ancianos en potencia y consumen mucho, podemos eliminarlos. El objetivo último es borrar la trascendencia del ser humano, porque esa dimensión trascendente hace una llamada a respetar nuestra dignidad, y no a convertirnos en hombres esclavos del deseo.
—En 2022 el Parlamento Europeo volvió a debatir esta cuestión, que fue rechazada. En esta ocasión, parece que de nuevo será rechazado el presunto «derecho al aborto» en la UE. ¿Este movimiento responde a un interés por «adormecer la conciencia» frente a la mentalidad abortista, tal y como acaba de denunciar el reciente documento Dignitas Infinita?
—Así es. Gracias a Dios, en Europa aún hay países capaces de reconocer la aberración del aborto. Sobre todo, aquellos de Europa del Este que han sufrido tanto el aborto que lo rechazan, no por una cuestión religiosa, sino desde la razón. Porque hoy, con todo lo que la ciencia nos muestra para confirmar que existe un ser humano desde la concepción, solo se puede defender el aborto desde una ideología aberrante que pisotea la razón. Hace años se equivocaron quienes decían que las mujeres no tenían dignidad, se equivocaron quienes decían que los negros no tenían dignidad, se equivocaron quienes decían que los judíos no tenían dignidad, y se equivocan quienes dicen ahora que los fetos no tienen dignidad solo porque no nos interesa a los adultos.
—El hecho de que un embrión sea dependiente de la madre, ¿justifica que una mujer tenga derecho a abortarlo, porque está dentro de su cuerpo?
—El embrión tiene lo que científicamente se llama autopoiesis: la capacidad que tienen los seres vivos para mantenerse vivos a sí mismos. Lo que hace la madre es aportar el espacio para su desarrollo y cubrir la necesidad de alimentación para que sobreviva. Pero esto es algo que ocurre también cuando nace: si dejamos a un niño sin alimentación, tirado el patio de la casa, morirá. Si sacamos a un embrión de su espacio necesario para el desarrollo, y no lo alimentamos, morirá. Pero desde su concepción, se crea un ser humano autónomo, en desarrollo continuo, con el genoma completo. Hoy ningún científico serio discute su estatuto biológico ni puede negar que existe un ser humano diferente y propio.
—Entonces, ¿de dónde surge esta confusión?
—Primero, de una gran mentira. Y porque, además, se juega con el concepto de persona, que es una cuestión diferente, porque podemos discutir desde el punto de vista ontológico, psicológico o jurídico. Pero de ningún embrión humano va a salir un mono o un perro. Científicamente, no hay razón para justificar el aborto. Y al encerrarnos en el debate sobre el concepto jurídico de persona, podemos estar diciendo barbaridades como que un ser humano que no sienta, no merece vivir.
—¿Puede existir, entonces, el derecho al aborto?
—Las leyes podrán recoger lo que quieran en virtud de un positivismo jurídico que niega la razón. Pero, ontológicamente no existe el derecho al aborto, porque un derecho implica una obligación, y no se nos puede obligar a matar ni a asesinar a un ser humano. Hoy se quiere pisotear la razón con una nueva ética que se nos impone en función de unos intereses económicos e ideológicos.
—¿Y qué respuesta podemos dar los católicos?
—Defender la vida humana no es una cuestión religiosa, es de pura razón. Por eso, primero, tenemos que hacer un llamamiento a todos los científicos y médicos para que levanten la voz contra este sinsentido científico. Y en segundo lugar, tenemos que decir que los católicos no podemos estar anestesiados, no podemos quedarnos impasibles ante una injusticia semejante. Ya está bien de tragarnos el discurso del derecho al aborto. Gracias a Dios, y a que hubo hombres y mujeres que no callaron ante Hitler cuando exterminaba judíos, o ante la discriminación de los negros en el mundo, se plantó cara a la injusticia. Hoy nos toca alzar la voz ante el aborto. Y recordar que el aborto no impide, ni cura, la maternidad: cuando una mujer aborta, ya es madre. Lo único que cambia es la relación que tendrá con su hijo.