La eurodiputada Margarita de la Pisa analiza lo grave que sería incluir el aborto en la Constitución Europea

FUENTE : INFOCATOLICA - JAVIER NAVASCUES

Ayer informábamos en InfoCatólica sobre un hecho muy triste: La gran mayoría de los europarlamentarios votan a favor de incluir el aborto en la Constitución Europea. Con 336 votos a favor, 163 en contra y 39 abstenciones, los europarlamentarios aprobaron ayer una resolución que pide incluir el aborto en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, que establece los «derechos, libertades y principios reconocidos» en los Estados miembros. Para que tal cosa se lleve a cabo hace falta la improbable unanimidad de todos los estados de la Unión.

 

Margarita de la Pisa, farmacéutica y madre de 9 hijos, es diputada de Vox (Grupo ECR) en el Parlamento Europeo. Analiza cómo se está viviendo el hecho desde dentro.

 

¿Cómo valora el hecho de que en Europa quieran cambiar la Carta Europea de Derechos para introducir el aborto libre en todo el continente?

 

Creo que eso no es lo que quiere Europa, digo los ciudadanos europeos. Es una intención política que no responde a una demanda de la sociedad.

 

La UE sigue una agenda internacional, una corriente que muchos políticos no se atreven a cuestionar por miedo a ser señalados y desplazados, una corriente que busca un cambio social que acabe con nuestra cultura.

 

 

El hecho de que haya una mayoría de diputados que voten a favor de modificar el artículo 3 de la Carta incluyendo la autonomía del paciente y el “derecho” a un aborto seguro y legal transforma la naturaleza de la carta y su inquietud de defender al más frágil. La votación de ayer fue una traición a lo logrado con el proyecto europeo.

 

Además, esta modificación de la carta va en contra de los dos artículos anteriores que defienden la dignidad humana y el derecho a la vida.

 

¿Hasta qué punto sería grave de consumarse el hecho?

 

La carta deja de amparar al frágil. La protección de la vida se condiciona a circunstancias. La mujer embarazada se siente ya cuestionada y rechazada y entenderlo como un derecho supone incrementar esa situación de coacción. La vida se entiende como una amenaza.

 

El tratamiento de la autonomía del paciente también es peligroso. La opinión del médico deja de tener peso. Pero debemos preguntarnos si quien está indefenso o enfermo y necesita apoyo decide libremente o si lo que en realidad pasa es que se le deja tirado.

 

¿Se podría considerar en cierta medida la muerte de la civilización europea?

 

Yo veo que se destruye mucho de lo logrado.

 

Nuestras leyes pierden rigor, responden a intereses y por supuesto que serán los intereses de los más fuertes. Ya no se busca el bien, se habla de interés general, tampoco unos principios y verdades permanentes.

 

¿El resultado de la votación ha sido algo inesperado o se veía venir?

 

El resultado es difícil de interpretar porque de 705 diputados que hay, no han votado 167. En ese momento éramos 600 votando y solo han votado 538. ¿60 sacaron la tarjeta?

 

Muchos salieron antes de tiempo porque es una votación incómoda.

 

¿En qué medida influye la terrible decisión de Francia de incluirlo como derecho en la Constitución?

 

Da valentía para hacerlo. España ya lo propone. Les da popularidad y Macron lo quiere convertir en un eje de campaña. El resto se apunta.

 

¿De qué maneras se podría evitar esta atrocidad? ¿Por qué es importante darlo todo en estos momentos en los que hay tanto en juego?

 

Es difícil construir y muy fácil acabar con lo logrado. Europa es sinónimo de éxito social y cultural por estar fundamentada en los valores cristianos, donde el respeto a la dignidad ontológica de la persona, especialmente del más frágil, es el principio que nos hace iguales y nos protege frente a las agresiones.

 

En la China comunista controlan a las mujeres para que, si están embarazadas, sean obligarlas a abortar. Para ser madre te tienen que dar permiso. El pensamiento comunista está presente en las instituciones europeas.

 

Durante esta legislatura hemos presenciado nuevas regulaciones donde todo es obligatorio y se sanciona. Entidades de supervisión de conducta disfrazadas como los organismos de igualdad que controlan hasta los anuncios de juguetes.

 

Por Javier Navascués