FUENTE : FORUM LIBERTAS- MIRIAM ESTEBAN
El debate sobre la legalización de la eutanasia en Irlanda y Francia nos enfrenta a un abismo ético del cual no podemos apartar la mirada por sus graves consecuencias.
Casos internacionales
Mientras se debate la legalización de la eutanasia en Irlanda y Francia, la destacada psiquiatra Patricia Casey emitió una
advertencia de que el reciente caso de una mujer autista de 28 años físicamente sana en los Países Bajos, y una mujer autista de 27 años físicamente sana en Canadá, quienes han sido aprobadas para la eutanasia, también podría convertirse en una realidad en Irlanda y otros países si se legaliza la eutanasia.
También ha habido casos en Bélgica, donde el síndrome de Asperger (ahora catalogado bajo el espectro autista) es una de las condiciones más comunes por las cuales los belgas buscan la eutanasia por motivos de salud mental, junto con trastornos de la personalidad y depresión.
En abril del año pasado, la eutanasia en los Países Bajos se expandió para incluir a niños de todas las edades que estén experimentando un «sufrimiento insoportable».
Tanto la eutanasia como el suicidio asistido por un médico fueron legalizados en los Países Bajos en 2002. En 2016, el Ministro de Salud holandés anunció planes para expandir la ley para permitir el suicidio asistido en casos sin una enfermedad terminal, si la persona «siente que ha completado su vida». En abril del año pasado, la eutanasia en los Países Bajos se expandió para incluir a niños de todas las edades que estén experimentando un «sufrimiento insoportable».
Pendiente resbaladiza
Ante esta realidad, queda muy claro que casos que se desarrollan en todo el mundo, los cuales involucran a jóvenes y niños físicamente sanos, deberían proporcionar evidencia a los legisladores irlandeses y franceses de que «la pendiente resbaladiza existe» como por ejemplo sobre aquellas personas con autismo que eligen el suicidio asistido o la eutanasia.
La Dra. Patricia Casey, ha expresado su preocupación en varias entrevistas sobre la posible tendencia de personas jóvenes y sanas a elegir la muerte como una solución a sus problemas, sean de la índole que sean.
Estos casos son solo la punta del iceberg de un fenómeno que podría llegar a ser más común si la eutanasia se legaliza en Irlanda y Francia. La Dra. Patricia Casey, ha expresado su preocupación en varias entrevistas sobre la posible tendencia de personas jóvenes y sanas a elegir la muerte como una solución a sus problemas, sean de la índole que sean. La nefasta decisión de los gobernadores refleja una sociedad que ha perdido de vista el valor intrínseco de la vida humana y que busca soluciones rápidas y aparentemente fáciles para el sufrimiento.
Otros expertos
Al analizar estos casos, no podemos ignorar otras advertencias de expertos como la investigadora Anne Doherty, quien ha estudiado el impacto de la legalización de la eutanasia en las tasas de suicidio. Su investigación muestra un patrón preocupante: donde la eutanasia se ha normalizado, las tasas de suicidio no asistido tienden a aumentar. Esto plantea interrogantes sobre las consecuencias a largo plazo de legalizar la eutanasia y demuestra la fatalidad de estar abordando el sufrimiento humano de manera no efectiva. Simplemente se normaliza la muerte como solución y se huye del problema.
Contaminación social
Los casos de la mujer en los Países Bajos y la mujer canadiense también ilustran el peligro de la «contaminación social» asociada con la eutanasia. En un mundo donde las personas jóvenes y vulnerables están constantemente conectadas a través de las redes sociales, la elección de una persona de optar por la eutanasia puede influir en otros en su grupo social, creando un efecto contagioso que normaliza la muerte como una opción aceptable.
Estos casos son un recordatorio inquietante de que la legalización de la eutanasia no es simplemente un debate abstracto sobre la autonomía individual, sino una cuestión de valores fundamentales y respeto por la vida humana.
Si permitimos que la eutanasia se convierta en una opción legítima, corremos el riesgo de deslizarnos por una pendiente peligrosa donde la vida se devalúa y la muerte se glorifica como una solución fácil.
Es crucial que tomemos decisiones informadas y éticas sobre este tema, considerando el impacto profundo que tendrá en nuestra sociedad y en la dignidad de cada individuo.