«No eran ganas de morir, era el deseo de mitigar el sufrimiento». El día que le dije no a la eutanasia

FUENTE : CATHOLIC LINK

 

Me llegó recientemente un video que cuenta un testimonio de una paciente de un centro de cuidados paliativos en Madrid. Justamente cuando en España en los últimos días se está impulsando la aprobación de la eutanasia.

La historia que nos cuenta esta mujer —que tiene una enfermedad avanzada y con posibilidad de estar en su final de vida en poco tiempo— es realmente muy impactante.

Cuando experimentó más dolorosa su realidad, pensó en la muerte como una respuesta. Reconoce que si la eutanasia hubiera sido posible en ese momento en su país hubiera optado por este camino.

Pero también reconoce que lo que la llevaba a pensar en desear morir era principalmente que su cuerpo, así como su alma y espíritu, estaban sufriendo.

Por lo que, cuando encontró alivio a este dolor total —derivado de su enfermedad— que le han ofrecido en este centro de cuidados paliativos su opinión cambió radicalmente. Buscar la muerte no era su fin, lo que esta mujer estaba buscando era mitigar su sufrimiento.

 

El sufrimiento y el rol de los cuidados paliativos

Me es muy familiar esta experiencia como la que nos comparte ella. Todos los días en mi quehacer médico acompaño personas en su mayoría con enfermedades muy avanzadas y con un pronóstico corto de vida.

Esto acarrea mucho sufrimiento por la posibilidad de morir, sin embargo, veo también que hay mucho dolor físico así como emocional y espiritual.

Trabajar en cuidados paliativos me ha mostrado que si bien hay condiciones de salud que como médicos pareciera no tenemos nada más por ofrecer, es allí, en estas circunstancias cuando se nos abre la posibilidad de ofrecer algo vital que desean las personas: mitigar su dolor.

Hacer esto le ayuda a muchas personas a sobrellevar sus dolencias y que su sufrimiento no sea una carga imposible de llevar. Es cierto que no podemos curar las enfermedades todas las veces, pero siempre podemos cuidar, acompañar, disminuir la carga de dolor y sufrimiento.

Algunas veces con fármacos, pero más aún con la acogida compasiva, el cariño, el amor, el reconocimiento de que sea cual sea la situación cualquier persona vale y es digna, hasta el último momento de la vida.

Cuidados paliativos vs eutanasia

En los momentos en que estas enfermedades acercan al paciente al final de la vida, desde este enfoque de cuidados paliativos promovemos una muerte digna.

Que no es como la eutanasia que acelera el tiempo de la muerte. Sino que respetando la naturaleza de la vida, ayudamos a que la transición de morir sea en paz, con dignidad y con mucho menos dolor.

Hace pocos días dos de mis pacientes me expresaron su deseo de morir. Incluso solicitaron la eutanasia —sabiendo que aquí en Colombia es legal—.

Su sufrimiento es evidente y también es comprensible que sientan que ya es momento de descansar, pues ambas han tenido enfermedades largas, penosas, con mucho dolor en cuerpo y en alma.

He estado escuchándolas, acompañándolas y ayudando en mis posibilidades a que su sufrimiento sea más llevadero. Pensando cómo puedo también contribuir a que ellas experimenten que su vida es digna y vale. Me ha movido especialmente una lógica de amarlas, reconociendo en ellas personas muy valiosas.

¿Cómo ayudar a aquellos enfermos que expresen su deseo de morir?

Me he estado haciendo esta pregunta. Además de sentirme motivado a seguir aliviando el dolor, no solo físico, sino también espiritual, pienso cómo reforzar en los cuidados que hago a los enfermos una mayor acogida, un mayor amor.

Una apuesta por atender el sentimiento de desmoralización, de ayudar a dignificar su experiencia, de una atención emocional y espiritual cuando pueden sentir que no hay nada más que llene sus vidas.

Creo que todos guardamos la ilusión de morir dignamente, sin dolor y sufrimiento. Y estoy convencido que los cuidados paliativos son un camino de muerte digna.

Creo que también si la mayoría recibieran estos cuidados de la mejor manera que se puedan dar, realmente no sentirían que su vida a pesar de tanto dolor, no tiene sentido. Si esto sucediera no desearían que la muerte se acelere como sucede por los caminos de la eutanasia.

No es solo mi concepción religiosa, es mi compromiso ético como médico

En mi caso, no es solo una concepción religiosa la que me lleva a no ver la eutanasia como un camino o una respuesta al sufrimiento de los enfermos que veo cotidianamente con patologías tan avanzadas e incurables.

Es además una convicción desde lo que soy como médico por el compromiso ético que asumí al empezar mi práctica profesional. Cuando el juramento hipocrático se tenía en consideración: de no tener el control de la vida por mis medios.

Y más aún como profesional de cuidados paliativos, estoy  convencido que el sufrimiento se puede aliviar y mitigar, sin pretender retrasar o acelerar el proceso de morir.

Creo que el sufrimiento de los demás nos debiera inquietar e interpelar a dar una respuesta, no a resolverlo tratando que desaparezca a cualquier costa. Hay que buscar una respuesta comprometida, de amor, de compasión.

Una en la que veamos que el otro lo que necesita quizá no es NO tener sufrimiento, sino tener a alguien que le ayude a hacerlo más llevadero. ¿No es acaso lo que también desearíamos nosotros?