TESTIMONIO DE VIDA ENTRE ALUMNOS DE SECUNDARIA DE UN COLEGIO CATÓLICO
La Dirección de un colegio religioso pidió al equipo de Spei Mater de la archidiócesis de Valencia su colaboración en la Semana por la Vida que estaban organizando para sus alumnos. Éste es un centro educativo de una población grande cercana a Valencia con muchos alumnos pertenecientes a todos los niveles educativos, desde Educación Infantil hasta Bachillerato.
Para nosotros ser llamados a hablar a los alumnos de Educación Secundaria de dicho colegio fue ocasión de una gran alegría. ¿Hay algo más grande que compartir la Verdad con las nuevas generaciones? Compartir el Evangelio de la Vida; que la vida no viene de nosotros, sino de Dios Nuestro Padre. Nos sentíamos con una misión, la de contar la verdad de cuáles son las consecuencias de la decisión de abortar; no sólo para el bebé cuya vida está comenzando, sino también para la madre y para la familia entera.
La mañana del 30 de junio de 2019 fuimos un pequeño grupo en representación de Spei Mater. Estaba formado por personas que colaboran en los dos proyectos de acompañamiento: el Proyecto Raquel y el Proyecto Ángel.
Se nos invitó a dar a conocer la experiencia real, vivida, de lo que supone el acompañamiento para una mujer que ha abortado (o un hombre que ha participado en un aborto), y también la de dar apoyo a la madre tentada al aborto con el fin de que ésta permita que la vida de su bebé se abra camino.
Al llegar, y tras un breve cambio de impresiones con el Director, nos retiramos a la capilla para ponernos delante del Santísimo. ¡Nada podemos sin la oración!
Ya estamos en el aula prevista para ello. Es muy alargada, pero tiene la ventaja de que no permite más de tres –como mucho cuatro- filas en profundidad. Por allí pasan los alumnos de 4º de ESO y de 3º de ESO. Los que cierran nuestra visita son chicos y chicas de primero de Bachiller. Los de segundo ya han terminado el curso. Son muchos, más de 90. Todos ellos, en un alborotado fluido, incesante primero e intermitente después, acceden a la sala citada.
Durante la exposición delante de alumnos, profesores y sacerdotes, se abrió la parte testimonial de dos chicas, hoy colaboradoras de Spei Mater, a las que el Señor sanó cuando fueron acompañadas en el Proyecto Raquel. Éstas contaron su experiencia de aborto y las secuelas que esto les produjo durante años. La sensación que flotaba en el aire era de expectación. Se trataba de una experiencia vivida en primera persona, todo el mundo permaneció atento hasta el final.
Fuimos testigos de cómo el Señor actuaba a través de las palabras e iba tocando los corazones, y especialmente los de los jóvenes. Se habló con sinceridad y se escucharon estas frases: “sentía que mi vida carecía de sentido”; “me quedé vacía, con la rabia y la impotencia de saber que ya no había marcha atrás y nada podía hacer por recuperar su pequeña vida”;“a partir de ese momento, en mi vida se generó caos, cierto desorden”; “yo me decía que era muy joven y que tendría tiempo para ser madre, y nunca más volví a tener la oportunidad de serlo”.
Podíamos ver caras de jóvenes que miraban al suelo pensativos. Otros sonreían al descubrir que cada experiencia, por difícil y dolorosa que fuera, acababa bien. Porque ambas chicas se habían encontrado con un Padre que perdona, que es misericordioso. Mientras iban hablando cada una de ellas, por momentos, se percibía la intensidad, la fuerza de cada una de las palabras con que se transmitía lo vivido tras la pérdida voluntaria de un hijo. Esto conmovió los corazones de algunas jóvenes y se podía ver alguna lágrima correr por sus rostros.
Tras finalizar los testimonios, un grupo de chicas se acercó para aclarar sus dudas. Para algunas de ellas, hasta ese momento abortar se trataba sólo de una decisión sobre su cuerpo. Ahora, después de lo que habían escuchado, tomaban conciencia de que abortar se trata de algo más que decidir sobre el propio cuerpo, que es otra vida la que está por nacer y que nos ha sido regalada.
Las chicas escuchaban con atención las contestaciones a sus dudas. Se produjo un momento de gran emoción; fueron a abrazar a las mujeres que les habían dado su testimonio, las rodeaban y se abrazaban unas sobre otras, en un círculo que por momentos se hacía más y más grande. Fue un abrazo que reflejaba la autenticidad vivida, la gratitud de haber contado con personas dispuestas a compartir su dramática experiencia y así ser advertidas de las graves secuelas que quedan en el corazón de una madre por ausencia de su hijo abortado. Fue un regalo, un momento de gratitud y de Gracia que envolvió a todos los presentes en la sala.
Algunas de las chicas se despedían con un “gracias, lo siento”. Les expresaban lo mucho que sentían al conocer algo tan triste como la pérdida de sus hijos. Sus corazones habían sido ablandados tras escuchar las experiencias compartidas.
Se vio claramente como los corazones se ensanchaban, las conciencias se abrían y percibían la verdad de lo que conlleva un acto de estas características. No merecía la pena este sufrimiento, vale la pena decir sí a Dios.
En definitiva a todos se les envió el mensaje más importante que se les podía dar:
“A esto os invitamos hoy, a escuchar LA LLAMADA A LA VIDA. Hoy; que tan sensibilizados estáis los jóvenes por el cambio climático, por la defensa de la naturaleza; os decimos: RECIBID LA VIDA, NO LA ABORTÉIS”.
Spei Mater-Archidiócesis de Valencia.