En esta situación tan compleja que estamos viviendo, nos hace tanta falta mantener la llama de la esperanza, avivar nuestra confianza en Dios, dejar que nuestro corazón se esponje y descanse en el divino corazón. He rescatado algunas historias que he vivido hace algunos años acompañando a mujeres embarazadas en riesgo de aborto. Son sencillas, inocentes, pequeñas, cotidianas, pero llenas de esperanza y sobre todo llenas de Dios. Ahí va la primera.
