María José Mansilla es la fundadora y actual presidenta de ‘Spei Mater’ en España. Después de varios años dedicada a esta iniciativa y muchos más perteneciendo a otras asociaciones y movimientos provida, tiene una dilatada experiencia en la atención a mujeres con embarazos problemáticos o que han abortado.
– ¿Qué le ha aportado a usted personalmente esta dedicación a la defensa de la vida?
– Es una vocación y un don muy grande. Frente a todo el pesimismo que nos trae el aborto y la cultura de la muerte, veo cómo Dios actúa en la vida de estas personas, la cambia y cambia a las personas. Y eso es, sencillamente, ver a Dios actuar, palparle con las manos y, personalmente, es una experiencia de fe increíble.
– ¿Recuerda algún caso que le haya llegado especialmente?
– He visto conversiones impresionantes. Me estremece ver venir a las mujeres con la vida destrozada, tristes, llorando, angustiadas… y cómo, pasado un tiempo, se transforman y vuelven a la vida. Hubo una chica que llegó a decirme: “De todo esto tan horrible, ha salido lo mas bonito de todo, que he vuelto a la casa del Padre;?y de todo este sufrimiento ha salido una gran felicidad. Ahora puedo decir que soy feliz de tener a Dios en mi vida y que la herida que tenía ha sanado”. Esto me llena.
– ¿Cómo surgió la idea de crear ‘Spei Mater’?
– Nuestra experiencia de trabajar en distintas asociaciones provida nos hizo ver la necesidad de que esta labor se hiciera desde la Iglesia y como Iglesia. Además, necesitábamos poder manifestarnos y actuar como lo que somos, católicos, y no como aconfesionales. Porque el tema de la vida no es solo una batalla social o humanitaria, sino que es también una batalla espiritual.
– ¿Qué resultados está obteniendo?
– Estamos ya en treinta diócesis, y en las ciudades más grandes hemos tenido que capacitar a más consejeros porque no teníamos suficientes con los iniciales. Es un proceso paulatino, en el que vamos extendiéndonos poco a poco, según se nos va conociendo. Sobre todo, el Proyecto Raquel, que es muy novedoso, está siendo muy bien acogido porque responde a una necesidad que había en las personas que han sufrido un aborto provocado. Después se ven solas y no hay nadie que les dé una respuesta. La única que puede hacerlo es la Iglesia, que tiende la mano de la misericordia.
– ¿Existe un perfil de las personas que acuden a ustedes?
– No, no hay perfil. Hay personas con 14 años y otras con 80; de un nivel cultural alto y de nivel cultural bajo; de nivel social alto e inmigrantes… Desgraciadamente, el aborto llega a todas las capas sociales. Igualmente, atendemos a gente sin fe y a católicos que pertenecen a movimientos. Además, la motivación también es distinta. Acuden personas con dificultades económica, pero también por un tema de aborto eugenésico porque le han detectado algún problema; o jóvenes que no quiere ‘arruinarse’ la vida. El perfil es muy variado.