¡(Re)descubrir y maravillarse!

¡Es verano! Quizás sean también las vacaciones, quizás no, pero, en cualquier caso, ¡en esta época apetece vivir lo imprevisto, irse a la aventura! Apetece escapar un poco de lo cotidiano, de nuestras costumbres, y dejarnos llevar hacia otros paisajes.

Entonces, este verano, abramos de par en par nuestro corazón para dejar que la Vida entre por oleadas y poco importa (¿o mucho?) si echa por tierra algunos de nuestros castillos de arena.

Vivamos aventuras, crucemos diluvios y desiertos, dejémonos encandilar por mujeres hermosas y hombres valientes, cantemos con los reyes y descubramos territorios nuevos (re)leyendo la Biblia. Con sus 66 libros, ¡hallamos nuestra lectura de verano!

¡Partamos al encuentro del Otro, como partiríamos a descubrir una tierra ignota! Puede ser nuestra esposa, nuestro marido, nuestro hijo, nuestro vecino o compañero de trabajo. Mirémoslo con ojos nuevos y descubrámoslo como maravilla amada por Dios. ¿Cuáles son sus sueños? ¿Qué canción le emociona hasta lo más profundo? ¿Qué olor le lleva de vuelta a la infancia?

Zambullámonos en la naturaleza en plena expansión en esta época y, como San Francisco de Asís, en el cántico de las criaturas, ¡maravillémonos! Disfrutemos de momentos de contemplación y admiremos la belleza, la generosidad, la diversidad, la fragilidad y la fuerza de la Creación.

A través de la Palabra de Dios, a través de los demás, a través de la naturaleza, exploremos las profundidades de nuestro corazón. Sintamos, vibremos, emocionémonos, y ofrezcamos esos ramos de emociones a Dios. ¿Y por qué no bajo forma de poemas, como Santa Teresa? A fin de cuentas, es verano: ¡es el momento de probar!