Grupos provida en Nueva Zelanda lanzan iniciativa nacional para protección de las personas vulnerables

(ACIPrensa/InfoCatólica)

El pasado 17 de octubre de 2020, Nueva Zelanda ha aprobado mediante votaciones la ley de eutanasia y suicidio asistido, siendo el primer país del mundo en someter la legalización de dicha práctica a un referéndum.

Esta ley, permite la eutanasia para pacientes con alguna enfermedad terminal, menos de seis meses de vida, su previa autorización y la de, al menos, dos médicos.

A este respecto, los activistas provida neozelandeses presentaron una iniciativa nacional por la protección de los vulnerables y una serie de enmiendas con el fin de que la legislación sea menos nociva.

A pesar de que la Ley de Elección del Fin de la Vida (EOLCA) entró en vigencia a penas una semana atrás, los grupos provida nacionales estaban preparando sus respuestas con acciones concretas desde mucho antes.

El mismo domingo 7 de noviembre uno de estos grupos, llamado Voice for Life New Zealand, publicó una campaña nacional (DefendNZ) que busca visibilizar a los que saldrían mayormente afectados por esta ley. Su objetivo es mostrar las consecuencias que la eutanasia tiene en las familias, los sistemas de salud, el sistema legal y la vida diaria de personas convalecientes, ancianas o discapacitadas.

También han creado un sitio web oficial para la campaña en el que profundizan un poco más sobre sus intenciones: «exponer abusos, prácticas ilegales, fallas sistemáticas, desinformación y marketing coercitivo» y «presionar al Gobierno para que haga que la ley sea más segura y conecte a las personas con las organizaciones de apoyo».

Henoch Klooesterboer, portavoz de DefendNZ, avisó que «algunos pueden haber asumido erróneamente que este debate había terminado ahora que la EOLCA ha entrado en vigor, cuando lo que esto realmente significa es que nuestra defensa de los vulnerables puestos en riesgo por esta ley es más crucial que nunca».

Del mismo modo, describe la nueva legislación como «uno de los cambios más sísmicos en la ley, la salud y la ética médica en toda su historia», y acota: «a partir de este momento, algunos neozelandeses ahora ejercen el poder legal facultado por el Estado para poner fin deliberadamente a la vida de otros o ayudar en sus suicidios».

Klooesterboer afirma que el hecho de «pensar que no habrá ningún daño derivado de esto es desconocer los muchos problemas que se están desarrollando en el extranjero en el número limitado de lugares que también han legalizado estas prácticas, y esto incluye el daño de los homicidios por negligencia».

«Vamos a proteger a los pacientes, sus familias y los profesionales médicos de los daños de la EOLCA. Expondremos las prácticas ilegales y los abusos de los vulnerables para garantizar una mayor rendición de cuentas. Buscaremos mejorar esta ley deficiente con enmiendas a la ley, presionando al Gobierno y apoyando a quienes realmente se preocupan».

Según informa el grupo Eutanasia-Free NZ, se pudo concluir de las encuestas realizadas previamente a las votaciones que el 80% de los ciudadanos mayores de edad de Nueva Zelanda no comprendían lo que legalizaría la nueva ley.

Renée Joubert, directora ejecutiva de la misma organización, declara: «parece que la mayoría de los neozelandeses votaron por una opción al final de la vida que de hecho ya es legal».

A inicios del año en curso, se descubrió, gracias a archivos del Ministerio de Salud facilitados por Radio Nueva Zelanda, que los pacientes sometidos a eutanasia recibirían suministro de medicamentos no regulados ni aprobados, lo que preocupó a la población.

Catherine Robinson, portadora de Right To Life UK, comentó que la «entrada en vigor de la legislación sobre suicidio asistido y eutanasia el domingo pasado será un día reconocida por el triste día que fue».

«Este cambio en la ley es de hecho un 'cambio sísmico' que, bajo el disfraz de la compasión, se dirigirá directamente a los ancianos, los enfermos y vulnerables. El trabajo de DefendNZ para comenzar la lucha contra esta legislación es especialmente crucial en este momento», añade.

Los católicos neozelandeses no se quedaron fuera en esta defensa por la vida, y se pronunciaron frente a esta nueva ley con una carta pastoral publicada por la Conferencia de Obispos Católicos de Nueva Zelanda el 29 de octubre, en la que aseguran no ofrecer la eutanasia ningún hospicio o lugar de reposo de la Iglesia.

Asimismo, advierten que la realización de eutanasias «pondrá en riesgo a muchas personas vulnerables. (…) Estos incluyen a los ancianos que pueden sentir que se han convertido en una carga para la familia y la sociedad, y muchos otros, algunos de los cuales serán jóvenes».

Hicieron énfasis en que «la disponibilidad legal de la eutanasia en Nueva Zelanda no cambia las convicciones católicas sobre la práctica».

«Profesamos que somos hechos a imagen y semejanza de Dios y, además, que somos atraídos a la propia vida divina de Dios a través del Bautismo. Nuestra creencia fundamental, que toda la vida humana es, por tanto, sagrada, nos lleva a enseñar que nunca debemos quitarle la vida a otro»