Rosario por la juventud de España

FUENTE: INFOCATOLICA

Emilio Esteban-Hanza, jurista y politólogo por la Universidad Carlos III de Madrid. 25 años. Originariamente de Málaga, pero ejerciendo de abogado en Madrid. Fundador de la Asociación Católica Universitaria Totus Tuus, hoy la asociación más grande que ha habido en la Universidad. Articulista en Revista Hispánica. Fiel del Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote.

Fue el organizador principal del Rosario por la Juventud de España que tuvo lugar el pasado sábado en Madrid. Unos días después valora con calma cómo transcurrió todo, un manifestación de fervor popular sencilla, pero que dada la situación de España tiene un fuerte carácter simbólico y nos llena de esperanza.

¿Qué balance hacen de este importante evento tan simbólico y esperanzador?

Fue un humilde, pero bello, canto a la esencia y al alma de España. Para mí fue motivo de alegría y profunda esperanza. Vimos superadas con creces nuestras expectativas de asistencia y se respiraba un fervor y un clima de piedad que hizo del evento un hecho realmente conmovedor e ilusionante.

A título personal, lo percibí como un pequeño acto que nos ayudó a reconectar, de manera pública, con la que ha sido -y es- el motor impulsor de todas las grandes gestas que ha obrado nuestro país a lo largo de la Historia y la principal razón de ser de nuestro pueblo: la Fe en Cristo.

¿Esperaban congregar a dos millares de personas?

Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” nos dice la Sagrada Escritura. Aunque los presentes hubiésemos sido un par de decenas, podríamos estar alegres y satisfechos. Sin embargo, nuestro Buen Dios quiso que fuesen varios miles de hermanos en la Fe los que se unieran el sábado para elevar nuestra oración a la Virgen.

Sin duda, fuimos más de los que esperábamos, pudimos disfrutar de una asistencia masiva que superó nuestras expectativas. Con ello, consideramos que se cumplieron los objetivos que perseguíamos con este Rosario.

¿Cuáles eran esos objetivos?

El primero, el de realizar una manifestación pública de la Fe, porque la Fe sin obras es una Fe muerta y todo joven católico tiene el deber de dar testimonio de su Fe a través de su ejemplo de vida y de su piedad.

El segundo objetivo, que considero que se logró, fue el del apostolado. La Fe crece dándola. La Fe no consiste en un sálvese quien pueda. La Fe es un tesoro que no podemos reservar para nosotros mismos, sino que tenemos el deber de compartir y transmitir a todo aquel que nos rodea: id por el mundo y proclamad el Evangelio.

El tercero y último objetivo fue dar testimonio de que la Fe Católica está viva en nuestra sociedad y en Occidente. Que la llama sigue viva en nuestras almas y en la de millones de hermanos en la Fe en todo el mundo.

La considerable asistencia con la que contamos -para mayor Gloria de Dios- permitió el logro de estos fines. Estamos muy satisfechos.

 

 

¿Cómo vivió el evento usted particularmente?

Todas las sensaciones que experimenté tienen un nexo común: la esperanza. A pesar de las duras tormentas que a veces parece que nuestra tierra padece, vimos que España es y será católica. Que en este pueblo Cristo es Rey y que Santa María es Madre y Patrona. Vimos que, con pequeños actos como este, es posible la reconstrucción de la Cristiandad porque, como hemos comentado, se vio que la Cruz sigue alzada en medio de las llamas.

Otro gran motivo de alegría es que nos dimos cuenta de que, con buena difusión y publicidad, los católicos tenemos gran capacidad de convocatoria y de que somos muchos más de los que creemos. Me atrevería a decir, casi sin dudarlo, que, con una buena organización, somos los suficientes para plantear y construir una alternativa a este mundo moderno. Una alternativa que pasa por estar muy cerca de la Cruz y que se llama Civilización Cristiana.

¿Cuál fue el momento más emocionante?

Hubo muchos, pero me quedo especialmente con el momento en que, observando la marea de gente que bajaba por la Gran Vía, rosario en mano, y banderas del Sagrado Corazón ondeando al viento, pensé en todos los conventos y monasterios que sabíamos que estaban uniéndose en la distancia, en el silencio y en la soledad a nuestro Rosario, en la gente que desde diferentes partes de España e Hispanoamérica estaban rezando por la misma causa. Esto, en particular, fue verdaderamente emocionante.

Otro gran momento fue el ver a varios jóvenes y adultos ser incapaces de contener las lágrimas al presenciar lo que estaba aconteciendo en esa tarde invernal del 26 de febrero o al tener la posibilidad portar el trono de la Virgen.

Me llevo una imagen muy bonita de las monjas del Hogar de la Madre hablando con una caridad desbordante y dando estampas a un grupo de chicos de los denominados menores no acompañados probablemente de religión musulmana. Fue una situación impactante por las evidentes diferencias entre las partes de la conversación. A nivel personal, estas monjas se convirtieron en un ejemplo.

¿Cómo fueron las reacciones de las personas que se encontraban a su paso?

Prácticamente la totalidad de las reacciones fueron muy positivas. Desde gente que se santiguaba cuando veía pasar la imagen de la Virgen hasta transeúntes que al presenciar la marcha se unían con nosotros al rezo. Más aún, fueron varias las personas que, al vernos pasar, gritaban cosas tales como: “Viva la Virgen” e incluso recuerdo un grupo que gritó “Viva la España Católica”.

También fueron muchas las personas que se acercaban a preguntar y a interesarse por lo que allí estaba ocurriendo y a pedir información sobre el próximo Rosario.

¿Qué dirían a los que piensan que el Rosario es cosa de viejecitas o de otra época?

Respondería con la frase del Papa Santo Pio X “dame un ejército que rece el Rosario y conquistaré el mundo” o con un ejemplo histórico: la Batalla de Lepanto. Cuando la Cristiandad iba a librar esta guerra contra el Imperio Otomano en la que se decidía el futuro y existencia de la Cristiandad, San Pío V hizo un llamamiento a todos los católicos de Europa al rezo del Santo Rosario. A pesar de la inferioridad numérica de los católicos y de las condiciones adversas, la Liga Santa se alzó con la victoria frente al turco. La intercesión de Nuestra Madre fue evidente.

Hay muchos ejemplos de la fuerza que tiene esta práctica de piedad eminentemente católica. Yo lo he experimentado en mi vida personal y en la de gente que me rodea. No se puede despreciar un acto de piedad que han practicado todos los santos de la Iglesia, sin excepción. La salvación de España está cifrada en el rezo del Santo Rosario.

¿Esperan llevar esta iniciativa a lo largo y ancho de nuestra patria? ¿Cuáles serán las próximas acciones?

Los próximos pasos a seguir se decidirán en las reuniones que mantendremos en estas próximas semanas. No obstante, tenemos la intención de que la siguiente convocatoria sea en todas las provincias de España de manera simultánea. Tendremos que trabajar más y mejor para organizarnos fructíferamente y que, juntos, consigamos que toda España eleve su oración a María.

En esta línea, probablemente, se celebre un nuevo Rosario como el de este fin de semana en la segunda mitad de este año 2022. En cualquier caso, lo confirmaremos próximamente.

Cuando una sociedad está decrépita, ¿necesita más que nunca un fuerte revulsivo espiritual?

Decía Chesterton que una mirada sobrenatural de la existencia convierte al hombre ordinario en un ser extraordinario. Y es que, si nos afanásemos por lograr la santidad en los pequeños detalles de lo ordinario de cada día; en hacerlo todo por Amor, no habría cosas pequeñas: todo sería grande. Hoy, son muchos los dispuestos a hacer cosas exorbitantes, pero muy pocos los dispuestos a hacer grandes las cosas pequeñas.

Lejos de ser esto un llamamiento a la mediocridad -pues nada hay más despreciable que un espíritu tibio y aburguesado- es una apelación al heroísmo que supone el cumplimiento humilde y perfecto del deber de cada momento. Así lo afirmaba, con la rotundidad propia de un santo, aquel sacerdote aragonés del siglo pasado: la perseverancia en las cosas pequeñas, por Amor, es heroísmo.

Hay una frase que me gusta mucho: “No habrá Cielo para los cobardes”. Lo verdaderamente valeroso, el verdadero heroísmo, se cifra en el cumplimiento humilde y perfecto de nuestro deber de cada momento. Cierto es que, en determinadas ocasiones, podremos ser llamados para designios más llamativos a los ojos del mundo. En ellos se nos exigirá, de la misma manera, nuestra plena entrega, libre de respetos humanos. En los tiempos que corren hemos de luchar por profesar un catolicismo heroico.

En este caso, creemos que una de nuestras obligaciones como católicos es que, cuanto más secularizada está una sociedad, más importante es la presencia de símbolos religiosos en la vida pública que nos recuerden a todos el sentido trascendente de nuestras vidas, que estamos en este mundo con un objetivo concreto: conquistar el Cielo. Esta tarea debe ser obra nuestra.

¿Cómo se puede colaborar con vosotros?

Próximamente crearemos plataformas en la web y en redes sociales para que todo aquel que lo desee pueda contactar con nosotros y se una a trabajar por esta noble causa. Mientras tanto, aquel que quiera ayudar, puede contactarme a través de Twitter a mi cuenta @EstebanDSagredo.

Por Javier NavascuésRosa