España acumula más de 60.000 embriones congelados que están abandonados pero no se pueden destruir

Son de parejas ilocalizables o que han dejado de pagar su conservación y que las clínicas no pueden donar a otras mujeres o a investigación, pero no eliminan por lagunas legales y dudas éticas

 

FUENTE: EL MUNDO

60.005. Éste es el casi capicúa número de embriones congelados sin destino que hay en España y que los centros de reproducción asistida no pueden destruir.

60.005. Es la cifra de óvulos fecundados por espermatozoides que no cumplen los requisitos de donación para los que fueron creados o cuyos dueños han dejado de pagar para su mantenimiento o están ilocalizables para las clínicas.

60.005. Es la cantidad de embriones que reposan en bombonas de nitrógeno líquido a -179 grados y que no se pueden utilizar ni para las propias parejas o mujeres solas, ni para donar a otras, ni para la investigación, ni para una eliminación programada y consentida por los donantes y los centros antes del comienzo de un proceso de fecundación in vitro.

Son 60.005 embriones congelados abandonados.

La cifra es un hallazgo porque es la primera vez que se conoce. En el universo de la reproducción humana asistida se sabe que hay embriones congelados sobrantes, pero jamás se había calculado cuántos. Ahora, una investigación del Grupo de Ética y Buena Práctica Clínica de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) ha logrado identificar no sólo dónde están, sino cuántos son.

Y el resultado es inquietante por el número que suma y por el dilema ético que plantea: al menos el 16% de los embriones congelados en los bancos no tiene destino alguno, pero no puede ser eliminado. ¿Qué hacer con decenas de miles de agrupaciones de células que legalmente merecen respeto pero no son consideradas vida y que no están ahí para el fin con el que fueron generadas?

La idea partió de Rocío Núñez Calonge, doctora en Biología y miembro del Grupo de Ética de la SEF. "Si queríamos plantear a las autoridades una solución era mejor hacerlo sobre datos concretos que sobre realidades etéreas".

Así que esta Máster en Bioética elaboró una encuesta destinada a todos los centros de reproducción asistida públicos y privados que hay en España. Eran 10 preguntas para saber qué número de embriones congelados tenía cada centro destinados a uso propio de los pacientes, donación a otras parejas o mujeres, investigación, destrucción propiamente dicha o lo más controvertido: abandonados. Durante 2021 envió repetidamente la encuesta a 244 bancos. Sólo contestaron 71 (el 29%), pero entre ellos estaban los principales y más grandes, los que guardan el mayor número de embriones congelados. "Probablemente, los que no contestaron es porque no tienen registrados todos los datos que les pedíamos".

El Grupo de Ética recibió en 2022 los resultados obtenidos por Núñez Calonge, validó los datos y decidió que eran extrapolables a la realidad española por la entidad de los centros que sí contestaron. La única cifra que se conocía (los centros están obligados a notificar sus resultados al Registro Nacional) es genérica, no está concretada en usos y se remonta al 31 de diciembre de 2019: en España hay 668.082 embriones almacenados. Pero nadie sabía hasta ahora ni a qué están destinados ni cuántos están abandonados.

Con ese acreditado 29% de respuestas, la SEF ha obtenido unos resultados concretos y extrapolables: hay localizados 376.445 embriones (más de la mitad del total declarado en 2019) con el destino que tiene cada uno.

Casi la mitad, el 46%, son de "uso propio", es decir, para que las parejas o las mujeres los utilicen en un futuro proceso de fecundación. Son 173.010.

Casi el 18% están cedidos para "investigación". Son 65.457, aunque la gran mayoría (61.990), no tienen asignado proyecto alguno porque no existen planes de investigación.

Casi otro 18% serán destruidos porque los pacientes aceptaron explícitamente que los embriones que sobraran una vez cumplido su proyecto reproductivo fueran eliminados. Son 66.968.

El 5% existen para ser donados a otra parejas u otras mujeres solas. Son 19.303, pero la inmensa mayoría (14.009) no cumplen los requisitos necesarios: la edad de la mujer es mayor de 35 años o las pruebas no han sido cumplimentadas.

Falta de requisitos

Y entre los miles de embriones acumulados queda una bolsa que es un problema: el 12% no tiene ningún destino, ni siquiera el de la destrucción. Pertenece a parejas o mujeres que han dejado de pagar su mantenimiento o que están ilocalizables para los centros. Nunca expresaron que se destruyeran los sobrantes y, por tanto, las clínicas no se atreven a eliminarlos. Son 46.046.

Núñez Calonge: "El total de las cifras indica que hay muy poca donación a otras parejas y que, además, la mayoría no cumple los requisitos. También que hay bastante donación para investigación, pero no hay proyectos asignados, con lo cual esos embriones pueden permanecer así indefinidamente. Hay tantos embriones destinados a investigación como a destrucción. Y hay miles y miles de embriones abandonados que los centros siguen acumulando y con los que no saben qué hacer".

Por eso, la suma de los 46.046 sin destino y los 14.009 sin posibilidad de donación colocan la cifra de los embriones congelados abandonados en España: los casi capicúa 60.005.

¿Por qué no se pueden destruir?

La legislación actual (Ley 14/2006 de Técnicas de Reproducción Humana Asistida) dice que si tras contactar durante dos años con los pacientes, los centros no obtienen respuesta "los preembriones quedarán a disposición de los centros en los que se encuentran criopreservados, que podrán destinarlos conforme a su criterio a cualquiera de los fines citados manteniendo las exigencias de confidencialidad y anonimato establecidas y la gratuidad y ausencia de ánimo de lucro".

Sin embargo, ni a la SEF ni a los responsables de los centros la expresión "podrán destinarlos conforme a su criterio" les parece suficiente garantía para destruirlos.

Alfonso de la Fuente es el director del Instituto Europeo de Fertilidad, un potente complejo en el centro de Madrid. En su laboratorio almacena 250 embriones sin destino o abandonados. "No son muchos porque nosotros hablamos mucho con los pacientes para evitar congelar más de los estrictamente necesarios".

Conflicto de dos tipos

Este especialista en Ginecología y Obstetricia coloca el asunto con un solo párrafo: "Es una situación incómoda: tienes embriones congelados y personas que no deciden sobre su futuro porque se han desentendido de ellos y tú no puedes contactar con ellas para preguntarles qué hacer. Eso crea un conflicto de dos tipos. Uno económico, porque tenemos que seguir pagando un mantenimiento muy delicado y que supone unos 200 euros al año por muestra embrionaria congelada. Y otro de conciencia, porque aunque ya sean nuestros, no destinamos esos embriones a otras parejas, ni a investigación, ni los destruimos porque sus dueños no lo han expresado así".

-¿Y entonces qué ocurre?

-Que los mantenemos en nitrógeno líquido indefinidamente. Nos da miedo destruirlos. Hay pacientes que cambiaron de casa y se olvidaron de comunicarlo a la clínica y a los tres años preguntan por sus embriones. U otros que dejan de pagar... Hay muchas circunstancias. ¿Qué haces si el dueño de unos embriones aparece, los reclama, se encuentra con que los has destruido y te denuncia?

Por un lado, la autonomía del paciente. Por otro, clínicas abocadas a ser responsables a perpetuidad de embriones sin destino...

... Y esa dicotomía lleva al mayúsculo reto ético de esta historia. ¿Los embriones congelados son vida?

Para el Tribunal Constitucional, el embrión "es un bien jurídicamente protegido por efecto indirecto del derecho fundamental a la vida reconocido sólo a favor de la persona nacida". Sin embargo, aunque el TC sostiene que el embrión es un bien jurídico y está sujeto a ciertas protecciones, no lo considera una persona y, por tanto, no es titular de derechos, como el de la vida.

La discusión es eterna y se resume en tres posturas:

El embrión es un ser humano desde la fecundación, tiene los mismos derechos que una persona y, por tanto, no se puede congelar o utilizar para investigación.

El embrión es un simple conjunto de células y, por tanto, no genera obligaciones éticas.

El embrión no es una persona, pero debe ser tratado con un respeto especial, ya que es el único que puede llegar a ser humano, lo que conlleva algunos comportamientos morales.

Núñez Calonge: "El embrión no es un conjunto de células sin más, pero tampoco es un ser humano. Es un ser humano en potencia, como lo es una semilla para una planta. Es una entidad intermedia. Merece un respeto, pero no es una persona".

La investigación de Núñez Calonge será presentada esta semana en el 33 Congreso Nacional de la SEF y pide un cambio legislativo: "Que pasado un tiempo los embriones sobrantes de parejas ilocalizables puedan ser destruidos. Y que puedan ser destruidos sin autorización previa si los pacientes lo deciden. Un ejemplo: una pareja de 35 años consigue un hijo, tiene embriones sobrantes pero no los va a querer nunca porque ya cumplió su proyecto reproductivo. Con la ley actual, el centro no puede destruir los sobrantes hasta que la mujer cumpla 50 años, cuando se considera edad ya no reproductiva".

En el Instituto Europeo de Fertilidad, Alfonso de la Fuente acepta el lugar sugerido por el fotógrafo y empuja las bombonas donde se almacenan embriones congelados. Las ruedas alivian el enorme peso de esas neveras conectadas a un sensor que se dispararía si la segunda tapa fuera abierta lejos de la esterilidad del laboratorio.

-¿Qué pueden hacer ustedes con estos embriones sobrantes?

-De momento, nada. En Inglaterra hubo consenso y los quemaron, pero aquí no se sabe qué hacer. Sin cuestionar la ley del aborto, en España un embrión 'in vitro' está más protegido que un embrión 'in útero' porque puedes abortar hasta las 14 semanas y no puedes destruir un embrión de cinco días. No es más ético mantenerlos indefinidamente que destruirlos. Eliminarlos es menos malo que tenerlos ahí para siempre.

 

Rocío Núñez Calonge: "Si el objetivo de los embriones sobrantes no es la vida, lo ético es darles un final"

Es la autora de la investigación que ha detectado cuántos embriones congelados hay para cada destino, incluidos los que ni siquiera lo tienen: los abandonados. Tras 37 años en el mundo de la Reproducción Asistida, Rocío Núñez Calonge es doctora en Biología, profesora en el Máster de Reproducción de la Complutense, Máster en Bioética, miembro de la Sociedad Española de Fertilidad y una de las pioneras en la Biología de la Reproducción.

Pregunta.- ¿Existe algún estudio parecido en el mundo?

Respuesta.- No. Hay una bolsa exagerada de embriones abandonados en todo el mundo y ni un dato desagregado de cuántos embriones hay para cada destino y cuántos abandonados. Éste es el primer estudio a nivel mundial y español.

P.- ¿Cuántos años deberían pasar para que los centros pudieran destruir los sobrantes?

R.- Si en cinco años una pareja no responde es que no quiere saber nada y el centro debería poder eliminar. Hoy por hoy, si una pareja se separa y cada uno tiene una opinión, los embriones quedan congelados indefinidamente. Debería haber un plazo para poder destruirlos.

P.- ¿Qué se hace en otros países?

R.- Me gusta la propuesta del Comité de Ética de EEUU, que dice que los embriones sin destino no deberían utilizarse para otras parejas y deberían destruirse o destinarse a investigación pasado un tiempo.

P.- ¿Abandonar un embrión es una irresponsabilidad, una negligencia o un desconocimiento?

R.- No se puede generalizar. Es humano que una pareja se olvide de los embriones sobrantes una vez que logra un hijo. La mayoría de las parejas no se plantea que los sobrantes se puedan destruir. Por eso es importante dar buena información.

P.- ¿El espíritu de su trabajo es economicista?

R.- Para nada. Es cierto que el nitrógeno líquido es muy caro y necesita cuidados. Pero la clave es dar una voz de alarma basada en cifras para que se modifique la ley sobre un asunto con implicaciones éticas.

P.- ¿Qué le dice a usted la ética?

R.- No hay una ética universal. Lo que me dice la mía es que a los embriones hay que tratarlos con respeto, pero no son una persona. Cuando sabemos que no van a tener el fin para el que se crearon, que no se van a implantar y que no van a servir para la ciencia, no veo peligro en que se destruyan. No estamos destruyendo vidas humanas. Si su objetivo no es la vida ni la investigación, lo ético es darles un final.

P.- En su estudio hay otros 62.000 embriones dedicados a la investigación para los cuales no hay proyectos. ¿Deberían poder destruirse también?

R.- Sí. Se han propiciado más los proyectos con células madre no germinales, los que no utilizan embriones. Por eso sobran muchos embriones que se destinaron a investigación, pero que no se usarán nunca porque las líneas de investigación van por otros caminos.

P.- ¿Qué propone su estudio?

R.- En cuanto a prevención, que se cambie la equiparación legal entre ovocitos y embriones. Es menos problemático destruir un óvulo que un embrión. Si se congelaran óvulos en vez de embriones, a la larga se evitaría este problema. Y en cuanto a lo actual, los centros deberían poder destruir los sobrantes pasado un plazo de tiempo.

P.- ¿Creará conflictos morales su investigación?

R.- Ya existen. El Comité de Bioética de España está en contra de las técnicas de reproducción asistida o de la congelación de embriones. Pero en esto no hay una moral universal.