Los trenes de la muerte y el derecho positivo

FUENTE: ADELANTE ESPAÑA

FRANCISCO MARTINEZ PEÑARANDA

Con estas breves letras quisiera dar un giro brusco, y aparentemente copernicano, en este mi oficio de cuasi amanuense, ya que hoy tengo la intención de hablarle de Adolf Eichman, y es por esto que antes de compartir con usted mis habituales reflexiones, quisiera previamente hacer las debidas presentaciones.

Pues bien, este personaje, fue un tipo bastante singular, el cual  fue llevado ante los tribunales en los juicios de Nuremberg y condenado por genocidio y crímenes de Lesa humanidad, los cuales se llevaron a cabo durante el régimen del Tercer Reich en la Alemania Nazi.

Este individuo, tramitó penas de muerte a miles y firmó traslados de presos a los campos de exterminio en los famosos trenes de la muerte.

En el juicio que se llevó a cabo frente a todas las televisiones del mundo. Los periodistas y el público expectante esperaban encontrarse con un monstruo, con un ser maquinador y despiadado, y en cambio durante el juicio, sentado en el banquillo, hallaron a un tipejo mediocre y sin iniciativa, algo así como un administrativo obediente.

En sus alegaciones, él y su abogado, dijeron al tribunal, que él no entendía porque debía ser juzgado, pues simplemente respetó y obedeció la ley vigente en su país. Y de poco le sirvió, ya que a pesar de sus lógicos argumentos fue condenado.

Y estimado lector, esta es la tragedia del derecho positivo. Algo puede ser legal y no obstante ser un mal, o incluso un crimen despiadado, así de sencillo.

Recientemente hemos tenido noticias de que el Tribunal Constitucional aprueba y da por buena la Ley del Aborto en España, resolviendo un recurso que llevaba dormido en un cajón más de trece años.

Las anteriores composiciones del alto tribunal, lo tenían bajo siete llaves, no fuera a ser que los millones de infantes masacrados les amargaran la cena de Noche Buena a los anteriores presidentes y miembros del mencionado tribunal, muy católicos algunos de ellos, ante un eventual o posible pronunciamiento en conciencia ya que ostentaron durante todos estos años la mayoría.

Pero tal y como hemos mencionado, en el derecho positivo, lo que hoy es blanco mañana es negro y lo que hoy es malo mañana puede tornarse bueno y viceversa.

Decía san Agustín que una ley que es injusta no es ley. “Lex iniusta non est lex.”  Y si es injusta y no es ley, por lo tanto no estamos obligados a cumplirla. Tal y como la cumplió Adolf Eichman el obediente personaje de la cabecera de este artículo, que envió miles de inocentes al exterminio en los trenes de la muerte.

¿Y entonces? Se preguntan algunos desconcertados y cívicos ciudadanos, muy leídos, sesudos y democráticos ellos. ¿Cómo debemos regirnos para la convivencia, la paz y la armonía social? ¿Y la democracia? ¿Dónde está el respeto a la democracia y a la ley que se deriva de ella?

Pues les recuerdo a los que se hacen estas preguntas, que Adolfo Hitler ganó las elecciones en democracia, y por poner otro ejemplo bastante clarificador y más fácil de tragar y de digerir, diremos que las leyes de discriminación racial fueron aprobadas por el sacrosanto pueblo americano en democracia y se mantuvieron en vigor en los Estados Unidos de las libertades y de la ferolítica estatua esa de Manhattan, con su brazo en alto y su antorcha en ristre,  hasta la segunda mitad del siglo XX.

Y en aquel entonces, el hecho de que los negros tuvieran menos derechos que los blancos era la ley, y lo que ahora se considera  malo se veía bueno y era legal y democrático y los desobedientes y disidentes eran considerados delincuentes e iban a la cárcel. Y así fue como este aforismo latino, “Lex iniusta non est lex.”,  fue también citado en muchas ocasiones por el perseguido Martin Luther King.

Y repito una vez más, estimado lector, esta es la tragedia del derecho positivo.

El gran Cicerón nos ilustra al respecto y vemos como un pagano anterior al cristianismo, nos habla de cómo hay una ley escrita en nuestros corazones, una ley natural recta que nos indica el camino correcto. “Vera Lex Ratio Naturae Congruens”

Y es por esto que llevar judíos a los campos de exterminio es un crimen aunque sea legal. No sé si me estoy explicando bien.

Y trocear seres humanos inocentes con tenazas de marisco dentro o fuera del seno de sus madres y comerciar con ellos, es criminal, aunque digan las femi-nazis o el tribunal que sea, que es legal y un derecho. Y no sé si en esto también me explico bien.

Adoctrinar y pervertir a niños en los colegios, es un mal, aunque sea legal. Y llevar a prisión a alguien por opinar y por rezar o hasta por pensar, será todo lo legal que quieran pero es una tiranía inaceptable a la cual debemos negarnos con todas nuestras fuerzas y recursos al alcance.

El médico debe objetar, el enfermero, negarse, el profesor declararse insumiso, los padres sacar a los niños de la clase y buscar otras opciones educativas, el periodista o el escritor, opinar y escribir con determinación y los creyentes rezar cuanto les venga en gana y donde les venga en gana, diga lo que diga la ley. De ninguna manera podemos dar por bueno el mal por muy legal que sea.

La ley que es injusta no es ley. Nos quieren hacer ver lo blanco negro y lo malo bueno.

Y algún día esperemos que no sea lejano, la humanidad llorará avergonzada, por esos TRENES DE LA MUERTE que son los ABORTORIOS, donde miles de inocentes seres humanos mueren cada día,  a pocos metros de donde nos tomamos el aperitivo el sábado por la mañana.

Francisco Martínez Peñaranda escribe para usted de vez en cuando, gracias por atenderme.