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Imagen de Emilio Alegre

Hola Ale, ha pasado ya tanto tiempo que es difícil que leas esto. Hasta ahora ni siquiera había aparecido tu comentario, porque yo no sabía que lo tenía que aprobar. Disculpa.

Por supuesto, Dios es Amor (1 Juan 4,8), pero no el amor que nosotros a veces pretendemos enseñarle, sino el Amor que Él nos enseña a nosotros. Para aprender, necesitamos una mente abierta a su Palabra, que nos sorprende y nos convierte, si no nos resistimos.

En ese sentido, podemos vivir de dos formas: o ir haciendo lo que a nosotros nos parece, suponiendo que, puesto que es Él es "amor", debe aceparlo, o escuchar su voluntad y ponerla en práctica, que es lo que nos da la vida en abundancia.

El nos dijo "creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla", y por supuesto que hemos de cuidar el planeta, pero es importante colaborar con Él en la procreación, en la generación de sus hijos para el Cielo. Esto es, con mucho, lo más importante, y lo que nos enseña la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI. Hagamos lo que Él nos dice, por medio de la Iglesia que fundó Jesucristo, y ese será el mejor plan, el suyo, no el nuestro. "Buscad el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura" (Mt 6,33).; ese es su plan de amor de verdad, mucho más real que nuestras pobres ideas. En lo demás, claro que puede ser un motivo grave aceptable para no tener más hijos si uno sabe que van a tener una enfernedad genética, o si verdaderamente alguien ve que ya no puede atender como debe a más hijos, eso lo entenderá cada cual y puede ser razonable, yo me he limitado a dar dos ejemplos solamente. Pero es verdad que hay familias muy numerosas que atienden muy bien a sus hijos, y quizá otras no puedan, por los motivos personales que sean.

Un abrazo; dejo también este texto completo del Evangelio, que creo que responde a esa inquietud:

«Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?

Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?

Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan.

Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.

Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?

No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?

Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.

Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.

Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal".

Mateo 6, 25-33

 

Emilio J.

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